Luego de 100 días de haber coqueteado con lo imposible, Rafael Acosta, mejor conocido como Juanito, el flamante y fugaz Jefe Delegacional Electo en Iztapalapa, sucumbió ante la fuerza de los pactos y los actores políticos que gobiernan la Ciudad de México. Su historia, tristemente célebre, deberá ser recordada como una muestra de todos los errores y permisiones que más de uno pueden cometer con el aval de la política mexicana, tal y como se describe en esta columna

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