jueves, agosto 6

Política-ficción


A tres meses de haber sido publicado el libro de Carlos Ahumada, Derecho de Réplica, nada ni nadie ha resultado afectado a pesar de la grandielocuencia narrativa de los textos del autor, quien convertido en estenógrafo de su propio viacrusis se ha conformado con que su diario personal esté en el Top Ten de los libros más vendidos en el país, durante varias semanas.

Sin embargo, esta ha sido la suerte de más de uno de quienes han acudido al novedoso género del libroescándalo, pués la mayoría de ellos han pasado a formar parte del anecdotario en el mundo de los enterados y, tristemente, a dejar en claro el tangible propósito de su creación, es decir: un negocio editorial a pesar de formar parte de la privilegiada suerte de algunos documentos que dan fé del sospechoso comportamiento de algunos actores político en nuestro país, tal como puede verse en esta columna

2 comentarios:

  1. Pues como que nos estamos acostumbrando a que todo se quede en mera anécdota, ¿no te parece?

    Un abrazo

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  2. Estimado Gabriel Páramo; qué honor tener un comentario tuyo en este humilde espacio. Agradecido por la atención de tu mensaje, puedo decirte que comparto la idea del fin común que han alcanzado los libroescándalos, que de suyo resulta triste considerando que algunos de ellos, a pesar de no haber convencido a la sociedad de la verosimilitud de sus pasajes, ya sea por la escasa o nula reputación de sus autores o sencillamente porque la gente ya no quiere creer ni en lo aparentemente creíble, se deje de lado que las historias ahí planteadas describen algo innegable: el estereotipo de la moral de una clase política que antes de desmentir dicha acusación prefiere descalificar a quien así los señala, creando un eje secundario de discusión en la opinión pública, que en el menor de los casos recupera el sentido del debate principal.
    Saludos!

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